La década pasada fue el tiempo en que jóvenes creadores, algunos egresados de la nueva Facultad de Artes, tomaron las riendas para gestionar sus propios espacios y proyectos. Exposiciones, galerías y hasta un centro cultural como Casa Roja marcaron el camino. En medio de todo, la revista Scarlata (2018) dejó testimonio de este surgimiento, diferenciándose de otras publicaciones al centrarse en la curaduría artística más que en lo social. Un cambio que venía gestándose desde antes con colectivos como Enjambre o Xquenda. ¿Alguien más recuerda esa época?

Siempre dije que si había un grupo del cual teníamos que aprender, era el de la banda de Chilpancingo, quienes durante finales de la década pasada dieron mucho material. Su auge es paralelo a las primeras generaciones que egresaron de la Facultad de Artes en la capital del estado. Varios de ellos se unieron para generar estos proyectos y reunir gente de todos lados. Haciendo movimiento y ruido con exposiciones, galerías y hasta un centro cultural: Casa Roja. La revista de arte Scarlata (2018) fue un concepto de ellos, donde podíamos encontrar contenido seleccionado por artistas, diferenciándose entre otras publicaciones que habían circulado anteriormente con enfoques más sociales. Aunque tuvo pocos números, su publicación documenta un cambio fortuito donde los creadores jóvenes comenzaron a dominar y gestionar sus espacios, transición ya que se venía asomando años antes con la conformación de colectivos como el Enjambre o Xquenda.