La fiebre de Dragon Ball en México

Akira Toriyama nos ha dejado, y con él un sinfín de recuerdos y anécdotas de la serie que consagró el boom del manga y anime en México.

Akira Toriyama, Gracias por todo!

Apenas ayer se anunció que el primero de marzo, partió uno de los mangakas más queridos de todos los tiempos. Pero deja un importante legado en el que se encuentra Dragon Ball, serie animada que marcó el inicio de una era en que el manga y anime reinó en librerías, puestos de periódicos, la televisión y ocupó un lugar en los corazones de niños y adolescentes de los años noventa.

Akira Toriyama publicó Dragon Ball en 1984 dentro de las páginas del Shonen Jump de la editorial Shueisha. Dos años después se lanzó el anime con una primera parte del manga. Posteriormente se le agregó la “Z” para clasificar la segunda parte.

EL LARGO CAMINO A LA GLORIA

Se sabe que una primera versión llegó a México en 1993, pero no fue del todo aceptada por el público latino, lo que obligó a adaptarla nuevamente. La segunda versión se emitió por Canal 5 entre 1993 y 1994. En aquellos años la palabra otaku era aún desconocida. Gokú y compañía se habían ganado esta vez la simpatía, en parte gracias a que Saint Seiya (Caballeros del Zodiaco), Captain Tsubasa (Supercampeones) y Sailor Moon comenzaban a tener mucha popularidad, y la audiencia a tener predilección por las series importadas de Japón. Durante este tiempo, seguíamos la historia de las esferas del dragón hasta donde los capítulos lo permitían, pues en un primer momento, la serie se reiniciaba en el capítulo donde Gokú finalmente llegaba a la cima de la torre de Karin.

Después de varias abruptas y crueles retransmisiones, por fin llegaron los capítulos restantes y pudimos disfrutar de la serie completa. Para 1995, el manga y anime cobraba mayor fuerza; comenzaron a publicarse los primeros intentos de mangas a la mexicana, pero persistía aún la incertidumbre de qué tan redituable o arriesgado podría ser el lanzamiento masivo de este tipo de material. Aún así, pudimos ver los tres OVAS de la serie, que curiosamente contaban una historia alternativa a la que todos conocemos.

EL GUSTO POR LO DESCONOCIDO

Debemos recordar que estábamos en la época en que la información nos llegaba a cuentagotas. Tomaba mucho tiempo descubrir nuevas noticias de nuestros programas favoritos, y en ciertos casos nos llegaban datos importantes de manera indirecta, mucho antes de que se emitieran. A la gente esto no le importaba mucho que digamos (Power Rangers por ejemplo: comercializaron primero la película, con integrantes nuevos que aún no aparecían en la programación de México). La infiltración de estos spoilers hasta resultaba benéfica, dado que los televidentes queríamos más.

En el caso de Dragon Ball, entre 1995 y 1996, un adelanto gigantesco nos llegó en forma de la revista Club Nintendo, cuando entre sus páginas anunciaba Dragon Ball Z: Ultimate Battle 22, un videojuego de lucha en el que podías escoger a los personajes más importantes de todas las sagas. ¡Un año antes de que llegara Dragon Ball Z al país!

COMIENZA EL FENÓMENO

En Septiembre de 1997, Dragon Ball Z vio la luz con un espectacular doblaje. Y fue cambiando el rumbo para siempre. Para ese entonces ya existían revistas y fanzines especializados en el tema de anime, así como adaptaciones en español de material informativo hechas de manera amateur.

Una línea del tiempo de los sucesos ocurridos desde Dragon Ball hasta Dragon Ball GT fue circulada durante el tiempo que se trasmitió la saga de Raditz y Vegeta (en efecto, mucho antes de que la GT fuera traída a nuestro país). Es probable que estos datos fueran extraídos de la cronología que aparece en uno de los tomos de la enciclopedia de Dragon Ball llamada Daizenshū , traducida y pasada de mano en mano por los otakus a través de fotocopias.

Se comercializó también un disco recopilatorio con las versiones en español de los intros y endings. Un incontable merchandising se apoderó de todos los negocios de papelería, ropa o literatura.

Editorial VID publicó una primera edición del manga en formato americano de 32 páginas; dadas las exigencias del fandom, reeditó los números y los agrupó en un intento por imitar el formato tankobon con 96 páginas y formato más pequeño. Ambas colecciones (Dragon Ball y Dragon Ball Z) se podían comprar al mismo tiempo, sin embargo, la editorial dejó inconclusa la publicación de los últimos tomos de la colección Z.

EL LEGADO

Para los que aún no nacían a finales de los 90’s, no se imaginan el fenómeno que fue Dragon Ball Z. En una era en la que el manga ya gozaba de cierto culto, hubo un antes y un después con Dragon Ball. No había negocio o niño/joven que no supiera quién era Gokú. Todo mundo, hasta los más grandes, hablaban de la serie. Era el ejemplo perfecto para poner en discusión el contenido japonés, que entre un buen sector no era bien visto por considerarlo violento y pornográfico.

Tal vez decir que fue detonante para que se diera el boom del anime y manga en México no es del todo justo. Claro que ya estaba Sailor Moon y Saint Seiya, pero el impacto de Dragón Ball fue triplemente mayor. Podemos decir que tuvo su propio boom, igual de importante que el ascenso generalizado de los títulos traídos del país del sol naciente. Fue alucinante la fiebre que se dio en torno a esto que sin duda destruyó la inseguridad e incertidumbre por traer mucho más material. Una avalancha de títulos llegó poco después de este triunfo.

El maestro hizo vibrar los corazones encantados de tres generaciones no sólo con su obra maestra. Vale la pena conocer y deleitarse por otras joyas de su sello: Dr. Slump o el arte de Dragon Quest y Chrono Trigger, así como Sandland, son una pequeña parte del legado de esperanza y magia que nos dejó en sus ilustraciones y sus viñetas. Amén de que fuera una de las grandes razones de que muchos de nosotros hayamos continuado con la motivación de dibujar y soñar que nos convertíamos en mangakas.

Después de Osamu Tezuka, es probable que esté Akira Toriyama.

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